La falta de agua en Reynosa no es solo una crisis, sino una sentencia de estancamiento económico y social, resultado de un gobierno estatal que privilegia a ciudad Victoria mientras ignora a la frontera norte.
Por: Martín Juárez Torres
Reynosa, Tamaulipas; 19 de agosto de 2024
La crisis del agua que azota a Reynosa no es un evento aislado ni un desastre natural inevitable. Es, más bien, el producto de una gestión estatal que, a todas luces, favorece a Ciudad Victoria, mientras deja a su suerte a las ciudades de la frontera norte, cuya contribución económica es fundamental para Tamaulipas. La situación se ha agravado esta semana con la implementación de un calendario de racionamiento que deja a los reynosenses sin agua durante cuatro de los siete días de la semana. Lo que antes era un problema en sectores específicos, ahora se ha convertido en un martirio para toda la ciudad.
Reynosa, como otras ciudades de la frontera tamaulipeca, depende del río Bravo para su suministro de agua. Sin embargo, la distribución del vital líquido, establecida en tratados binacionales desde los años cuarenta, ha demostrado ser insuficiente ante la creciente demanda de la región. Lo que otrora fuera un caudal generoso, ahora apenas fluye, con las aguas comprometidas en su mayoría para el lado estadounidense.
La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en su momento, asignó una concesión a Reynosa basada en cifras poblacionales que hoy en día están desactualizadas y subestiman gravemente la realidad demográfica de la ciudad. Según datos del INEGI, la ciudad cuenta con poco más de 700 mil habitantes, pero la real es mucho mayor, poco más de un millón. A pesar de estas crecientes necesidades, las acciones del gobierno estatal han sido, en el mejor de los casos, indiferentes.
Mientras Reynosa se enfrenta a una crisis sin precedentes, la capital del estado, Ciudad Victoria, ha sido favorecida con recursos y proyectos que parecen inalcanzables para la frontera norte. El secretario de Recursos Hidráulicos, Raúl Quiroga Álvarez, conocido coloquialmente como “Acuaman Quiroga”, ha priorizado proyectos para solucionar la crisis hídrica de ciudad Victoria, incluyendo la perforación de pozos ultra profundos y el bombardeo de nubes para provocar lluvias, mientras que a Reynosa no le ha llegado ni una sola pipa de agua.
El proyecto más ambicioso de Quiroga es llevar agua del río Pánuco, en el sur del estado, hacia Monterrey, sin considerar las necesidades urgentes de las ciudades fronterizas. Esto deja a Reynosa en una situación crítica, sin soluciones a la vista y con la perspectiva de un futuro incierto.
Ante este panorama, no es de extrañar que los reynosenses comiencen a cuestionar su papel dentro del estado. ¿Por qué las ciudades que más aportan a la economía estatal reciben tan poco a cambio? Es hora de que el gobernador Américo Villarreal deje de ver a la frontera norte como un simple proveedor de recursos, de querer el control de las COMAPAs y comience a atender las necesidades básicas de sus habitantes. La crisis del agua en Reynosa no es solo un problema local; es un reflejo de la inequidad en la distribución de los recursos en Tamaulipas.
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